lunes, 20 de febrero de 2012

III.CARTA A LOS ROMANOS. SALVACIÓN. 5,1-11.

        1Según lo dicho, rehabilitados ahora por la fe, estamos en paz con Dios por obra de nuestro Señor Jesús Mesías, pues 2por él tuvimos entrada a esta situación de gracia en que nos encontramos y estamos orgullosos con la esperanza de alcanzar el esplendor de Dios.
              3Más aún, estamos orgullosos también de las dificultades, sabiendo que la dificultad produce entereza, 4la entereza calidad, la calidad esperanza; 5y esa esperanza no defrauda, porque el amor que Dios nos tiene inunda nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha dado.
              6Es que cuando aún nosotros estábamos sin fuerzas, entonces, en su momento, Jesújs el Mesías murió por los culpables. 7Cierto, con dificultad se dejaría uno matar por una causa justa; con todo, por una buena persona quizá afrontaría uno la muerte. 8Pero el Mesías murió por nosotros cuando éramos aún pcadores: así demuestra Dios el amor que nos tiene.
              9Pues ahora que Dios nos ha rehabilitado por la sangre del Mesías, con mayor razón nos salvará por él del castigo; 10porque si, cuando éramos enemigos, la muerte de su Hijo nos reconcilió con Dios, mucho más, una vez reconciliados, nos salvará su vida. 11Más aún, gracias a Jesús Mesías, Señor nuestro, que nos ha obtenido la reconciliación, estamos también orgullosos de Dios.

EXPLICACIÓN.

1-11.     Nueva situación del hombre rehabilitado: paz con Dios, favor de Dios, esperanza. Lo que salva es la vida nueva que Dios infunde (1-2). Nuevo valor para enfrentarse con la vida, con la alegría que produce la experiencia continua del amor de Dios. La esperanza del cristiano y su visión de la vida no son un mero optimismo; se basan en la experiencia interna del amor que Dios le tiene. Primera mención del Espíritu (3-5).

             La promesa no es sólo palabras, está garantizada con la muerte de Jesús (6). La calidad del amor de Dios es tal, que se extiende también a los que están en contra suya (7-8). La muerte de Jesús expresa el amor de Dios al hombre; no existe, por tanto, un Dios irritado al que Cristo satisface. El amor que se manifiesta en Jesús es el mismo amor de Dios encarnado en él

            El amor de Dios continúa su obra; lo que ha empezado lo terminará. Toda inquietud está excluida, estamos en paz con Dios; su amor salvará del castigo, es decir, romperá el engranaje pecado-muerte. La vida de Jesús, comunicada a nosotros, es la salvación. Pablo abandona el concepto jurídico de rehabilitación, para usar la metáfora más íntima de reconciliación, que supone la relación Padre-hijo. Nace el nuevo orgullo, no de las propias obras, sino de tener tal Padre (9-11).

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