martes, 14 de febrero de 2012

4. AUTENTICIDAD E INTEGRIDAD DE LA CARTA.

Nadie pone en duda la autenticidad de la carta a los Romanos. Sólo el capítulo 16, en que Pablo saluda a miembros de la Iglesia de Roma, se considera a veces como más pertinente a Éfeso que a Roma, comunidad que él no conocía. Los argumentos en favor de la inautenticidad no son convincentes, pues a Roma afluían multitud de habitantes del Imperio y no es improbable que algunos conocidos de Pablo en sus largos años de actividad en Oriente se hubieran establecido allí. La probabilidad aumenta si se admite la hipótesis de que en 16,3-15 Pablo saluda a cristianos extranjeros que formaban iglesias domésticas: en 16,3-13, a los que se reunían en casa de Prisca y Áquila; en 16,14, al grupo formado alrededor de los cinco que se nombran; en 16,15, a los que acudían a casa de Filólogo y Julia.

Otro problema crítico plantean los vv. 17-20, por su tono polémico que nunca aparece en el cuerpo de la carta. No tiene nada de particular, sin embargo, que Pablo, tomando él mismo la pluma, como solía hacer (Gál 6,11; Col 4,18; 2 Tes 3,17); advierta a los romanos de ciertos peligros de que él tenía larga experiencia. El paralelismo entre dos pasajes: su fidelidad al evangelio (16,19) y la fama de su fe (1,8), hace difícil negar la autenticidad del primero.


La doxología final (16,25-27), en cambio, que aparece en los manuscritos en diversos lugares de la carta, sobre todo al fin del capítulo 14, no parece paulina. Ni el vocabulario (Dios sabio) su alusión a escritos proféticos contemporáneos permiten  atribuirla a Pablo. Refleja más bien las circunstancias de Efesios o de la primera de Pedro.

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